Existen diversas barreras a la hora de comunicarnos con nuestros hijos, es importante detectarlas y superarlas. Con nuestras indicaciones seguro que te resulta mucho más fácil. Consisten en obstáculos que dificultan la llegada del mensaje en un proceso comunicativo, las hay de 3 tipos:
BARRERAS FÍSICAS
Son las circunstancias que se presentan en el medio ambiente y que impiden una buena comunicación ejemplo: ruidos, iluminación, el uso de las mascarillas, distancia, falla o deficiencia de los medios que se utilizan para transmitir un mensaje.
¿Cómo evitarlas?
Los niños hasta los 7 años aprox. van desarrollando su habla y su lenguaje y para que los estímulos que reciben sean de calidad es importante hablarles a su altura con un tono un poco más agudo, hacer aumentar un poco la intensidad y variar esta, de esta forma llamamos su atención y les facilitamos un correcto modelo de habla.
En los adolescentes ocurre que hay un deterioro comunicativo, para solventarlo es fundamental la búsqueda del contexto adecuado. No hablarles como niños, procurar adecuar la intensidad de la voz a la distancia, evitando así los gritos.
BARRERAS SEMÁNTICAS
Es el significado de las palabras; cuando no se precisa su sentido, éstas se prestan a diferentes interpretaciones y así el receptor no interpreta lo que dijo el emisor, sino lo que su contexto cultural le indica.
¿Cómo evitarlas?
Con los niños es importante tener en cuenta que su vocabulario está en crecimiento y que aun no descodifica bien todo lo que oye o ve. Si queremos que el niño pueda intervenir en una conversación debemos de facilitarle esa entrada. Hablar de cosas cercanas, no demasiado abstractas y poner nombre a aquello que les llama la atención.
BARRERAS PERSONALES
La situación psicológica particular del emisor o receptor de la información puede impedir que el mensaje no llegue de la forma deseada. Suele estar ocasionada por agrado o rechazo hacia el receptor o emisor, según sea el caso, o incluso al mensaje que se comunica.
Muchas veces en las discusiones queremos resolver “a nuestra manera” el conflicto cuanto antes y “nuestra manera” no siempre es bien aceptada por los demás en ese momento que tú has elegido.
Cuando nos enfrentamos a las rabietas de un niño intentamos controlar ese estado de ira de cualquier forma: contamos historias, prometemos, ordenamos, negociamos, castigamos o premiamos, pero en realidad ¿qué es lo más difícil de controlar en una rabieta de un niño? Las emociones propias.
¿Cómo evitarlas?
Nos puede ayudar mucho buscar otro momento y lugar, denominar los sentimientos, la escucha activa, el silencio, mejorar el estado de la relación, buscar otro foco de atención. Pero lo más importante es la
comprensión y el respeto.