Fatiga Pandémica secuela del Covid-19
Hoy en día, es común escuchar el término “fatiga pandémica”. Pero ¿sabemos lo que es en realidad? La Organización Mundial de la Salud la define como un estado de ánimo de cansancio, “desmotivación por seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. Esta situación, debido al COVID-19, ha aumentado la incertidumbre en los ciudadanos, lo que se traduce en un aumento de su malestar psicológico.
Hay que tener en cuenta que este agotamiento nos puede llevar a relajarnos con las medidas de seguridad, y aumentar la probabilidad de que nos contagiemos. Sin llevar el miedo a un extremo, sí que debemos llevar precaución todavía, tanto para nuestro beneficio propio como para el de nuestros seres allegados.
Es normal sentir miedo ante una situación que se considera peligrosa e incontrolable. Puede aparecer estrés cuando sentimos que no tenemos recursos para afrontar esa situación. En general, los seres humanos tenemos una capacidad para adaptarnos al estrés, pero si este se prolonga durante mucho tiempo, es difícil mantener esa adaptabilidad, y pueden aparecer problemas de salud y en nuestra vida, familia, relaciones con amigos y trabajo.
Dependiendo del momento del ciclo vital de cada persona, esta fatiga se puede manifestar de diversas maneras:
EN NIÑOS
En los niños la ansiedad se manifiesta diferente.
• Cambios en el comportamiento: bajada de rendimiento académico, hacerse pis, rabietas, agitación, mala conducta, llorar, regresiones.
• Cambios emocionales: enfado, irritabilidad y tristeza. También pueden aparecer nuevos miedos y preocupaciones relacionados con las medidas de protección, sobre la muerte y el contagio. Debemos estar atentos por si no son comportamientos propios de su edad.
• Cambios en las funciones básicas: pérdida de apetito, insomnio o pesadillas.
• Dolores de cabeza, barriga, vómitos.
Como recomendaciones para prevenir estas manifestaciones:
• Rutinas preventivas, pero flexibles y sin generar un miedo excesivo.
• Como padres, deberíamos trabajar nuestros propios miedos y reacciones emocionales ante nuestros niños, procurando no alarmarles en exceso ni hablar delante de ellos de temas inapropiados.
• Además, sería ideal generar espacios de comunicación donde el niño pueda expresar lo que siente libremente.
EN ADOLESCENTES
En adolescentes es común que aparezca:
• Enfado, irritabilidad, apatía o tristeza, ya que consideran que están perdiendo ciertas experiencias correspondientes a su edad, como salir con amigos.
• Manías, aislamiento, timidez.
• Problemas de sueño o de apetito.
• Miedo al reunirse con otras personas.
Como recomendaciones, debemos escuchar esa emoción, acompañar sin juzgar su expresión. Más que indicar cómo comportarse, sería ideal acompañar al adolescente en este proceso. Evitar que se sienta culpable por sus sentimientos sería de vital importancia.
Compartir tiempo con nuestros hijos, así como juegos, actividades y nuevas rutinas, hará que podamos estar más atentos a sus necesidades y temores, y crearemos espacios donde puedan expresar sus emociones y sensaciones libremente.
EN ADULTOS
En adultos, es común que aparezcan estrés, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, aburrimiento, problemas de concentración, angustia o ansiedad.
Lo más recomendable es aprender a aceptarlos y manejarlos, y si comienzan a interferir en nuestra vida diaria, deberíamos buscar ayuda. Una forma de hacerlo sería comenzar a registrar esas emociones, y las situaciones en que aparecen, de forma que así podamos identificar rápidamente o anticiparnos a ellas. Otra manera sería practicar la relajación y la respiración. También podríamos centrarnos en nuestras relaciones sociales, deterioradas por la pandemia, en la medida en la que nuestra situación nos lo permita. Un consejo sería acordar momentos de nuestro día para conectar con los demás, y mantener la rutina que teníamos con ellos anteriormente, aunque haya que hacer planes online.
En los adultos más mayores también aparece el miedo.
• Algunos tienen miedo de salir y relacionarse, de ir a un centro médico.
• Además, pueden sentirse vulnerables porque la sociedad les señala como personas con mayor riesgo de contagio, y se tiende a sobreprotegerles.
• Esto puede llevar al aislamiento, lo que contribuiría a un aumento del malestar de esta población.
Sería recomendable fomentar todo lo posible su participación en la sociedad, así como favorecer la comunicación con familiares o vecinos. Por ejemplo, dotar de herramientas para realizar videollamadas en lugar de llamadas convencionales.
Hemos recogido aquí unas pequeñas líneas sobre cómo poder amortiguar el efecto de lo que anteriormente hemos denominado “fatiga pandémica”. Finalmente, no olvidemos que esta situación no es permanente, ya que va evolucionando a lo largo del tiempo. Con nuestra fuerza y perseverancia, así como nuestro compromiso hacia nosotros y los demás, podremos hacer frente a esta pandemia.
Si tenéis preguntas o queréis más información, no dudéis en contactarnos.