Hoy en día es casi indispensable estar en contacto o ser usuario de alguna red social. Ya sea por motivos estudiantiles, laborales, de comunicación social o familiar, entre otros tantos.
Para los padres es un nuevo reto el poder educar de la mejor manera posible a los hijos intentando proveer un buen uso de los dispositivos electrónicos.
La edad en la que se entrega un dispositivo electrónico a un infante es cada vez menor. Por eso, su educación en cómo dar un buen uso a la tecnología, debe empezar desde el momento en que se pone estos dispositivos frente a sus ojos para que se entretengan. El adulto debe escoger programas o juegos que estimulen los sentidos del infante. Además, es recomendable aprovechar las prestaciones que nos brindan los teléfonos móviles, las tablets, u ordenadores, para programar el tiempo de uso y marcar un temporizador limitando el tiempo con la pantalla. Es decir, el adulto es el que debe marcar el tiempo y contenido de lo que ven.
Es una nueva norma que hay que tener presente, puesto que tú como adulto eres el responsable de guiar y orientar en su buen uso al menor. Sabemos que conforme se vayan haciendo mayores estarán influenciados por sus iguales a nivel social a querer romper las normas, pero los límites puestos con amor y firmeza dan resultados en el futuro.
Claro que no van a ser los mismos límites para un infante de tres años, que para un preadolescente de 11, o un adolescente de 15. Tenemos que saber adaptarlo a cada etapa, al igual que hacemos con el resto de normas.
Y es que conforme van creciendo, el entretenimiento cambia con ellos. Pasarán de ver la Vaca Lola, a jugar cantidades de juegos que ofrece la tienda del dispositivo, a escribir su email y darse de alta en una red social.
Una red social es una plataforma digital formada por distintas comunidades de individuos con relaciones o intereses en común. Estas permiten el contacto (entre personas que se conocen, o entre desconocidos) de forma virtual. Además, los individuos no necesariamente tienen que conocerse para entrar en contacto. Las más utilizadas son Instagram, Tiktok, Facebook, Youtube y Whatsapp.
No hace ningún mal estar en una red social, si se hace un uso saludable de esta. Y es que dedicar un tiempo excesivo a las redes sociales está relacionado con la sensación de aislamiento del mundo real, y puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales como la depresión, Síndrome de Déficit Atencional con Hiperactividad, insomnio.
Además, se ha mostrado una asociación del uso excesivo de las redes sociales con la disminución del rendimiento académico, el abandono escolar y un deterioro en el funcionamiento psíquico general.
A parte de concienciar sobre el uso excesivo de las redes, se debe enseñar a emplear un buen uso de estas. Es necesario aconsejar a los menores que estén empezando a usar estas plataformas, que tienen que ser cuidadosos con lo que desean transmitir y que reflexionen antes de postear. Brindar apoyo emocional para que aprendan a controlar sus impulsos (fuera y dentro de las redes), evitando que se vean comprometidos, o que comprometan a otras personas en momentos de alta intensidad emocional.
Los padres/tutores legales son un pilar significativo en la educación de los menores. Deben ser los guías y los maestros de las generaciones más pequeñas. Enseñarles la simpatía y la empatía, hacerles entender que nunca saben cómo va a sentarle a la otra persona un comentario poco agradable.
Todo acto tiene consecuencias en la construcción de la identidad de los jóvenes, especialmente cuando la difusión de contenidos negativos se propaga rápido.
El rango de contenidos negativos va desde el acoso con comentarios negativos hasta la situación en la que contenido privado que se ha hecho público. Y es que a veces ocurre que algunos adolescentes no son conscientes de que compartir cierto contenido con algún conocido, desconocido, o como post, puede llevarlos a estar expuestos a situaciones que les generará un daño inmediato en la visión que tienen de sí mismos. Esto supone un riesgo para la salud mental. Nunca se sabe qué intenciones puede tener la persona que está en el otro lado de la pantalla. Además, no toda información es verídica (toda información debe ser contrastada y buscarla en fuentes seguras), ni todos los perfiles son verdaderos. Es importante distinguir entre el mundo real y las diferentes versiones que se suben a las redes. El individuo vale por sí mismo, y no por la cantidad de popularidad, visitas o de likes que reciben en las redes.
Se debe trabajar en la autoestima del infante desde el primer momento, y seguir acompañándolo durante la formación de su identidad. Afianzando que la estima y la confianza vienen desde dentro, y no es necesario buscarlo fuera, mediante la validación externa. Esta ayuda también le servirá cuando se convierta en adulto, para enfrentar las adversidades diarias.
Se ha demostrado que el buen uso de la tecnología con los diferentes dispositivos tiene:
Ventajas:
1. Estimula un mayor número de regiones cerebrales.
2. Aumenta la memoria de trabajo.
3. Aprenden a hacer frente a varios estímulos de manera simultánea.
4. Habilidad para tomar decisiones rápidas.
5. Puede ayudar a estimular a menores que presentan discapacidad de aprendizaje.
Del mal uso de la tecnología, por su parte, se han observado:
Desventajas:
1. Pueden generar incapacidad de espera e intolerancia a la frustración.
2. Aprenden que toda respuesta debe ser inmediata (algo que no coincide con la realidad de la vida).
3. Pueden no saber diferenciar entre los contenidos públicos y los privados.
4. Pueden no tener la capacidad para evaluar emocionalmente lo que están causando en el otro.
5. Mensajes negativos pueden generar daños sobre la imagen del prójimo afectando su salud mental.
Dejamos a continuación algunos ejemplos de intervenciones que los padres pueden realizar con sus hijos para que hagan un uso seguro de las redes:
Supervisión de un adulto
● Reducir el tiempo de uso de objetos tecnológicos. Tiempos máximos recomendados ante una pantallla:
2-5 años: Entre media y una hora al día.
7-12 años: Una hora con un adulto delante. Nunca en horas de comidas.
12-15 años: Una hora y media.
+16 años: Dos horas.
● Equilibrar las actividades online con las offline.
● Hablar con su hijo sobre el uso y los riesgos de Internet y las redes sociales, mostrándole que se confía en sus criterios, para llegar a un acuerdo de uso seguro.
● Educar en mecanismos de autorregulación (ayuda a evitar conductas impulsivas).
● Crear una lista de reglas (contenidos accesibles, el uso, horarios…). Si se rompe alguna norma, deben existir sanciones al respecto.
● Ubicar el ordenador en un lugar común del hogar e instalar filtros de contenido.
● Durante la noche, desconectar el Wi-Fi y dejar los dispositivos fuera de la habitación.
● Si el menor accede a una página no aceptable, se debe hablar con ellos de manera relajada al respecto.
● Estar alertas a cualquier variación significativa en el comportamiento físico, emocional, cognitivo, físico y social del adolescente.
El buen desarrollo de las capacidades cognitivas, sociales y emocionales hará que en el futuro desarrollen una personalidad segura, con capacidad de afrontar el mundo de manera asertiva, creativa y altruista. Lo mejor de nosotros mismos lo tenemos dentro. Acompañemos a nuestras pequeñas personas a descubrirlo.
[1] Primack BA, Shensa A, Sidani JE, Whaite EO, Lin L yi, Rosen D, et al. Social Media Use and Perceived Social Isolation Among Young Adults in the U.S. Am J Prev Med. [Internet]. 2017 [citado Ago. 19 202022].Nuevo párrafo
Escrito por Reyna Sánchez Guerrero y Nataly Egea Sánchez