El ser humano depende de la relación que establece a lo largo de toda su vida. Desde el nacimiento entra en contacto con el otro (madre, cuidadores y familiares). En esta interrelación se experimenta satisfacción, al ser cubiertas las necesidades fisiológicas y afectivas siendo protagonista el propio cuerpo.
Después, al iniciar la socialización fuera del entorno familiar, en la guardería y escuelas infantiles, el infante entra en relación con los demás y con diferentes objetos explorando su alrededor a través del cuerpo y de vivencias.
Una vez alcanzamos la madurez un vínculo enriquecedor con los amigos y la pareja nos proporciona satisfacción; y en el trabajo la relación con compañeros nos motiva en equipo.
Observamos que el cuerpo es la llave que abre toda puerta de relación. Construimos nuestras conexiones con el otro desde esta base: la relación con el entorno.
La Psicomotricidad Relacional permite afrontar lo mejor posible las situaciones que se van presentando en la vida, con una vivencia placentera y experiencial del movimiento y las emociones.
No hablamos de la la psicomotricidad practicada en gimnasia con un profesor de educación física. La psicomotricidad Relacional toma en cuenta toda interacción con los objetos y los demás individuos desde un desarrollo global y psicológico. Los infantes inician un proceso de aprendizaje en la modulación de las emociones, yendo desde un juego psicomotor pasando por la simbolización y luego con un juego más estructurado. Todo ello ayuda a la organización del pensamiento abstracto.
Andrés Lapierre señala que “el jugar es la expresión del inconsciente”. Esta disciplina está basada en el juego libre y espontáneo, es un método de intervención a través de los distintos tipos de juegos, ya sean pre-simbólico o simbólicos. Se percibe como un verdadero lenguaje universal con el que entramos en relación con el otro y en el que se expresan deseos, necesidades, dificultades, destrezas, miedos...
Breve historia
La psicomotricidad surge en al 1905, cuando el neurólogo Ernest Dupré, en Francia, afirma que las alteraciones psíquicas vienen acompañadas de manifestaciones motrices. Por esa interacción psique-motricidad vio una posibilidad de intervención. También Henri Wallon (publicación del 1925) habló de la importancia de la psicomotricidad, por la conexión entre lo psíquico y lo motriz cuando planteaba lo fundamental del movimiento en el desarrollo del psiquismo y la construcción del esquema e imagen corporal. En los años 40 y 50 Le Bouch implementa la educación psicomotriz. Piaget, en su Teoría de la inteligencia afirma que la inteligencia se construye a partir de la actividad motriz del infante y en los primeros años de su desarrollo. A partir de la década de los ‘60 es cuando la psicomotricidad aportó la fundamentación teórica del examen psicomotor aportando métodos y técnicas para dar un enfoque más terapéutico.
Es Andrés Lapierre quien agrega la palabra Relacional para diferenciarla de las demás, pues son bien distintas. Este hace alusión a la práctica donde considera el cuerpo del infante (bajo sus aspectos cognitivos) un cuerpo organizado en torno a su propio eje: con las nociones de alto-bajo, delante-detrás y derecha-izquierda. Con esa referencia inicial le permite al infante organizar el espacio-tiempo y conceptualizar sus percepciones. Todas estas experiencias son requisitos para los aprendizajes escolares.
Lapierre considera también el cuerpo como el lugar con toda sensibilidad, afectividad, emoción, la relación con uno mismo y con el otro. Además de un lugar de recuerdo de todas las emociones agradables y desagradables.
En resumen, la Psicomotricidad Relacional es:
Una herramienta que basada en la concepción integral del infante, englobando los aspectos fundamentales para su desarrollo armónico; psico-afectivo, cognitivo y motriz. Esta disciplina utiliza técnicas que facilitan la experiencia desde el juego libre y espontáneo permitiendo la relación con uno mismo y con el mundo exterior.
La finalidad es permitir que el cuerpo sea vivido y dominado primero, y luego integrado y orientado en el espacio dispuesto, para el encuentro y para el diálogo con el otro.
La intervención se realiza de tres ámbitos:
1. Preventiva o educativa: considerada como un estudio integral que da la base para los aprendizajes posteriores y facilita la resolución de problemas.
En los primeros años el individuo es un ser psicomotor, expresa sus propios problemas, conceptualiza mediante su expresividad u sus manifestaciones, por ello la psicomotricidad relacional aplicada a la población infantil de 0 a 3 años ayuda a la fortaleza del auto concepto que se va formando, la aceptación de uno mismo y previene la posterior aparición de alteraciones. Con esta herramienta se aprende tener una comunicación más sana.
2. Reeducativo: La psicomotricidad relacional en grupo ayuda a cada individuo a la re-organización de su esquema corporal mejorando el modo de percibir y captar las emociones. Dirigida a quienes presentan alguna dificultad leve o moderada en relación con el movimiento, lo intelectual, lo emocional-social y demás aspectos del desarrollo integral.
3. Terapéutica: el trabajo se realiza de manera individual con personas que presentan dificultades que precisan atención especial. Desde la más tierna infancia a la más avanzada edad, las técnicas se adaptan a la edad del sujeto, su maduración y objetivos específicos que se desean alcanzar según la problemática.
¿Cuándo y cómo se aplica?
Debe ser aplicada por un profesional con formación especial para favorecer el desarrollo global de la persona a través del movimiento del cuerpo de manera libre y espontánea. El psicomotricista interviene en base al respeto, la escucha y el acompañamiento.
La sala de psicomotricidad está equipada con materiales especiales que facilitan el desarrollo de la imaginación, con la posibilidad de crear un simbolismo. Cada acción surge de lo más profundo respondiendo a la propia necesidad de cada participante. El psicomotricista no juzga. Valora cada paso en la evolución del proceso de crecimiento, confiando siempre en la capacidad de cambio y autorregulación de cada participante. Es un compañero simbólico para el participante.
El trabajo se hace con dinámicas y materiales en donde el individuo tiene que poner en funcionamiento su coordinación dinámica general; coordinación viso-motora, postural, del equilibrio, y neuro-motriz, la tonicidad muscular, relajación, lateralidad. Estimulación de lo perceptivo con sus vivencias corporales que va ligada a la conciencia, la memoria, tiempo, ritmo y espacio.
¿Cómo son las sesiones?
Las sesiones siguen una secuencia con tres tiempos:
‒ Primero, al inicio se realiza la presentación, una explicación/recordatorio de las normas y una observación individual de cómo viene él o los participantes.
‒ Segundo, se hace la propuesta de actividad de acuerdo a la edad (con los más pequeños esta propuesta se encamina a suministrar material apropiado para sugerir juegos, más que verbalizar). Aquí es donde se desarrolla el juego libre y espontáneo.
‒ Tercero, un cierre con experiencias sensoriales de relajación. Cada individuo conecta consigo mismo. Esto lo puede expresar a través de la representación plástica, con dibujo, con narrativa etc.. Con ello es capaz de entenderse y entender mejor al otro.
La base de organización de los tiempos y el espacio es para que cada participante pueda vivenciar y experimentar, interiorizando cada proceso, haciendo así que los cambios sean más duraderos.
Beneficios que se obtienen:
Ya con la definición de que favorece el desarrollo integral del individuo se dice todo. Hay que tener en cuenta que ese beneficio no ocurre de manera aislada y que la mejora se va manifestando progresivamente.
Lo recomendable es que se pueda aplicar de manera preventiva en los primeros años de vida y así el infante potencia su desarrollo armónico teniendo menos fisura o grietas en su vida adulta, siendo más seguro de sí mismo.
El objetivo principal es que el infante viva con placer las acciones que realiza en todo su proceso evolutivo. Los beneficios directos de la Psicomotricidad Relacional son:
o Potencia la creatividad e imaginación.
o Mejora del tono muscular.
o Conocimiento de su propio cuerpo: aprende a dominar sus movimientos.
o Mejora de la capacidad de memoria, atención y concentración.
o Conocer y afrontar sus miedos.
o Mejora de la autoestima, seguridad en sí mismo.
o Sociabilidad: respeto a la presencia y espacio de los demás.
o Reconocimiento de los tiempos y ritmos (los propios y los de los demás).
o Mejora la cooperación y colaboración.
Si te ha gustado este artículo y crees que la psicomotricidad relacional puede servirte de ayuda, no dudes en informarte con nosotros.
Escrito por Reyna Sánchez.